Una vez más y en poco espacio de tiempo se ha vuelto a desatar la violencia entre diferentes colectivos de inmigrantes no europeos. En La Mojonera, la pequeña África 2 ( la pequeña África 1 es El Ejido), unos magrebíes, antes llamados moros, matan a un subsahariano, antes llamados negros. Se desata la violencia similar a la acontecida semanas atrás en Roquetas de Mar cuando un presunto gitano, presuntamente mató a un presunto negro subsahariano (porque hay subsaharianos blancos comos los afrikaners): Como es habitual se vivieron escenas propias de cualquier documental sobre las guerras del Congo, Ruanda, Burundi, etc. Los negros quemando casas, vehículos, “a la caza del moro”, como pasó en Roquetas, aunque en aquella ocasión fue “a la caza del gitano”.
Los simplones paniaguados y miembros de esa pandilla de golfos apandadotes que componen al clase política, sindical y social de España, se apresuraron a echar la culpa a la crisis (¿cómo, por fin hay crisis? ¿ ya es oficial que hay crisis?) cuando la realidad la dijo claramente el hijo del suboficial de aviación, ministro portavoz del gobierno bajo el cual surgió la pandilla de asesinos y ladrones del GAL y actual Ministro del Interior Rubalcaba: los hechos son consecuencia de una tensión latente. ¿Cómo, un ministro zapateril echando por tierra la multiculturalidad, hoy llamada interculturalidad? (a los progres que van de doctos les resulta difícil la morfología, la semántica y la sencilla expresión y localización del castellano, antes llamado español).
Automáticamente se ha puesto, como siempre, el dinero en circulación, se ha untado a los líderes raciales y religiosos, se hacen unas detenciones para cubrir el expediente y se echa tierra sobre el asunto. Mientras tanto la Alianza de Gilimamones sigue su curso y las tensiones étnicas y culturales afloran: el africano subsahariano negro pretende convertir nuestra tierra en una sucursal de Ruanda, con genocidio y cercenado de miembros incluidos en al oferta y los magrebíes moritos presentándose como victimas de una razzia, a la que los medios ya empiezan a acusar de orquestada por otros intereses. Visto cómo va el tema, va a resultar que el morito presunto asesino era un nazi disfrazado de moro (posiblemente miembro de la división Handzar) y que tanto moritos como negritos han sido víctimas de la crisis orquestada por los fascistas desde su base de la Antártida. Mientras tanto Zapatero luce su sonrisa de bobo solemne bajo la cúpula de Barceló, mientras ésta se le va desmoronando como cagadas de paloma en un parque (y Rubalcaba frunce el ceño y esconde la cabeza como los avestruces, sabiendo lo que queda por venir).
Los simplones paniaguados y miembros de esa pandilla de golfos apandadotes que componen al clase política, sindical y social de España, se apresuraron a echar la culpa a la crisis (¿cómo, por fin hay crisis? ¿ ya es oficial que hay crisis?) cuando la realidad la dijo claramente el hijo del suboficial de aviación, ministro portavoz del gobierno bajo el cual surgió la pandilla de asesinos y ladrones del GAL y actual Ministro del Interior Rubalcaba: los hechos son consecuencia de una tensión latente. ¿Cómo, un ministro zapateril echando por tierra la multiculturalidad, hoy llamada interculturalidad? (a los progres que van de doctos les resulta difícil la morfología, la semántica y la sencilla expresión y localización del castellano, antes llamado español).
Automáticamente se ha puesto, como siempre, el dinero en circulación, se ha untado a los líderes raciales y religiosos, se hacen unas detenciones para cubrir el expediente y se echa tierra sobre el asunto. Mientras tanto la Alianza de Gilimamones sigue su curso y las tensiones étnicas y culturales afloran: el africano subsahariano negro pretende convertir nuestra tierra en una sucursal de Ruanda, con genocidio y cercenado de miembros incluidos en al oferta y los magrebíes moritos presentándose como victimas de una razzia, a la que los medios ya empiezan a acusar de orquestada por otros intereses. Visto cómo va el tema, va a resultar que el morito presunto asesino era un nazi disfrazado de moro (posiblemente miembro de la división Handzar) y que tanto moritos como negritos han sido víctimas de la crisis orquestada por los fascistas desde su base de la Antártida. Mientras tanto Zapatero luce su sonrisa de bobo solemne bajo la cúpula de Barceló, mientras ésta se le va desmoronando como cagadas de paloma en un parque (y Rubalcaba frunce el ceño y esconde la cabeza como los avestruces, sabiendo lo que queda por venir).
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