La temporada de caza de focas en Canadá comenzó el lunes, en medio de protestas de los grupos defensores de los derechos de los animales y un esfuerzo internacional para prohibir la importación de productos de foca.
El vocero del Departamento de Pesquería y Océanos Phil Jenkins dijo el lunes que unas 20 embarcaciones de caza de focas salieron a los témpanos de hielo, al tiempo que está en marcha también la caza en tierra.
El total permitido este año ha sido fijado en 280.000 focas, comparado con 275.000 el año pasado.
Los activistas por los derechos de los animales dicen que la caza de focas es cruel, difícil de monitorear, causa estragos en la población de focas y ni siquiera se justifica económicamente porque no rinde buenas ganancias.
Los cazadores y el departamento de pesquerías defienden la caza como sostenible, humana y bien administrada y provee ingresos suplementarios a comunidades pesqueras aisladas que han sido afectadas por la reducción en las reservas de bacalao.
El departamento estima que la población de focas arpa es de 5,6 millones, comparado con 1,8 en la década de 1970 y dice que la población se recuperó una vez el gobierno canadiense estableció controles sobre la caza.
El inicio de la temporada se produce tres semanas después de que un comité del Parlamento Europeo respaldó un proyecto de ley para prohibir la importación de productos de foca por parte de la Unión Europea. La decisión se produjo pese a cabildeos intensos de políticos canadienses.
Jenkins dijo que Alemania importó unos 1,6 millones de dólares en productos de foca en el 2006, pero que muchos países de la UE no importan esos productos.
Dijo que es importante mantener algunos puertos europeos a las exportaciones canadienses de productos de focas, pues esos puertos son usados como escala hacia otros destinos. Por ejemplo, gran parte de las exportaciones pasan por Noruega antes de seguir viaje a mercados como Rusia, China y Surcorea.
En esta ocasión nos sorprende -por fin- la valentía de los políticos europeos. Como ciudadanos de Europa, una de nuestras metas es acabar con la tortura a los animales y perseguir todas las actividades que dañan el ecosistema. Por tanto, no podemos sino alegrarnos de la decisión tomada por la UE, aunque exigimos también el fin de la brutalidad contra las focas, el cierre de los puertos europeos a los productos derivados de las prácticas de exterminio canadienses y el boicot a dicho país hasta que cese la caza de focas.
El vocero del Departamento de Pesquería y Océanos Phil Jenkins dijo el lunes que unas 20 embarcaciones de caza de focas salieron a los témpanos de hielo, al tiempo que está en marcha también la caza en tierra.
El total permitido este año ha sido fijado en 280.000 focas, comparado con 275.000 el año pasado.
Los activistas por los derechos de los animales dicen que la caza de focas es cruel, difícil de monitorear, causa estragos en la población de focas y ni siquiera se justifica económicamente porque no rinde buenas ganancias.
Los cazadores y el departamento de pesquerías defienden la caza como sostenible, humana y bien administrada y provee ingresos suplementarios a comunidades pesqueras aisladas que han sido afectadas por la reducción en las reservas de bacalao.
El departamento estima que la población de focas arpa es de 5,6 millones, comparado con 1,8 en la década de 1970 y dice que la población se recuperó una vez el gobierno canadiense estableció controles sobre la caza.
El inicio de la temporada se produce tres semanas después de que un comité del Parlamento Europeo respaldó un proyecto de ley para prohibir la importación de productos de foca por parte de la Unión Europea. La decisión se produjo pese a cabildeos intensos de políticos canadienses.
Jenkins dijo que Alemania importó unos 1,6 millones de dólares en productos de foca en el 2006, pero que muchos países de la UE no importan esos productos.
Dijo que es importante mantener algunos puertos europeos a las exportaciones canadienses de productos de focas, pues esos puertos son usados como escala hacia otros destinos. Por ejemplo, gran parte de las exportaciones pasan por Noruega antes de seguir viaje a mercados como Rusia, China y Surcorea.
En esta ocasión nos sorprende -por fin- la valentía de los políticos europeos. Como ciudadanos de Europa, una de nuestras metas es acabar con la tortura a los animales y perseguir todas las actividades que dañan el ecosistema. Por tanto, no podemos sino alegrarnos de la decisión tomada por la UE, aunque exigimos también el fin de la brutalidad contra las focas, el cierre de los puertos europeos a los productos derivados de las prácticas de exterminio canadienses y el boicot a dicho país hasta que cese la caza de focas.
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