jueves, 9 de octubre de 2008

El chabolismo se descontrola


20 Minutos / MSR-INFO

La Comunidad y los ayuntamientos no dan abasto para erradicar los poblados chabolistas. Un año después del desmantelamiento de El Salobral y Pitis, y en plena campaña de desalojos en la Cañada Real, tres nuevos poblados habitados por gitanos rumanos se han establecido en el entorno del norte de la capital.


El más numeroso es el poblado de El Árbol del Ahorcado, en el camino del Juncal (San Sebastián de los Reyes). Es una finca privada, tomada por un centenar de personas desde hace tres meses. La mitad de ellos llegó huyendo de Italia a principios de verano y el resto procede de poblados desmantelados en el sur en los últimos meses.

"A la región pueden haber venido hasta un millar, asustados por la política ultrarradical y xenófoba de Berlusconi, lo que no quiere decir que todos estén llegando en masa", señala el presidente de la Federación de Rumanos (Fedrom), Miguel F. Stefanescu.


Cerca del Megapark


La Policía de 'Sanse' tiene catalogados a los habitantes del Árbol del Ahorcado como "peligrosos" y han comprobado que, "desde que están allí, han aumentado los robos en coches aparcados en el polígono comercial Megapark y dentro de las grandes superficies (como Plaza Norte, Ikea y Carrefour)", situadas a sólo un kilómetro del asentamiento.


Los dueños de un desguace próximo están "hartos de ellos: roban, destrozan los coches, hacen hogueras y dejan basura por la zona". Fuentes policiales creen que tambiénse dedican a robar vehículos y una vecina recuerda que "por la noche hay mucho movimiento de coches de lujo".


En el límite entre Alcobendas y el distrito de Fuencarral (junto al polígono industrial Los Calabozos) apareció la pasada primavera un asentamiento menor. "Son unas pocas chabolas y decenas de personas del Este", explica el portavoz de los vecinos de Las Tablas, Lorenzo Álvarez.


Pero no todos los chabolistas rumanos son conflictivos. Al otro lado de la M-40, también en Fuencarral, el antiguo poblado de Las Liebres (desmantelado en 2003) ha vuelto a resurgir. Diez familias gitanas se trasladaron allí a principios de verano, "porque no queremos que nuestros hijos vean la delincuencia de otros poblados", explica Viorika. "Sobrevivimos vendiendo chatarra, no nos gusta vivir así, pero es lo que hay", añade con resignación Gavor, su cuñado.


En la región viven 212.000 rumanos, según datos de Fedrom, de los cuales aproximadamente un 10% son de etnia gitana (unos 21.000). "La solución es integrarlos, ayudarles a encontrar un trabajo y escolarizar a los niños", reclama Stefanescu.


Perfecto, ahora que la mayoría de países europeos empiezan a aplicar tibias medidas de control de la inmigración ilegal, nosotros no solo no hacemos nada, siendo el coladero oficial de Europa, sino que encima tragamos con los expulsados de los demás países europeos. Ni en la república más bananera se podría ver algo así. Lo más gracioso son las palabras del tal Stefanescu, hablando de integrar a una comunidad que no se ha integrado en los varios siglos que lleva entre nosotros. En fín, reir por no llorar...

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